Nota para el lector: cada artículo de este blog es para compartir el encantador mundo de la astrología y para mostrar, que leerse la carta astral o carta natal, es la mejor herramienta de autoconocimiento para volverse el protagonista de su vida. Hoy hablaremos de Júpiter.
Hace poco leía con mi hijo el cuento del Rey Midas. No sé si lo tengan en la cabeza, pero como en todos los cuentos para niños, el ORO (el sol, el centro del sistema solar), casi siempre es el centro de la historia. A mi hijo se le abrían los ojos, y bueno, como negarlo, con todas las deudas que tengo, a mí también. Quién no quisiera tener la suerte de Midas y literalmente, forrarse en oro, para hacer lo que a uno se le dé la gana…
Esta tal vez puede ser la explicación más concreta del magnánimo benefactor en la astrología y regente de Sagitario: el gran Júpiter, el máximo dios entre los “dioses”, (físicamente es dos veces más grandes que todos los planetas de nuestro sistema solar juntos, de ahí su condición de dios supremo). Es por esto que este “jovial” planeta conocido también como Jove y ZEUS por los griegos (del griego Deos), representa en la carta natal la abundancia, la riqueza, la suerte, el éxito, la generosidad, la buena vida, la auto confianza.
Es también considerado el padre y rey de reyes, el gran benévolo del Olimpo, quien mantenía la ley, la justicia, la moral y la búsqueda de la verdad, por lo que se convirtió en el líder espiritual tanto de dioses como de los hombres, y en la promesa de un espíritu inmortal más allá de la materia. Tal cual lo que representa para muchos el gran JESÚS (ZEÚS) hoy en día. Pero ese es tema para otra entrada.
Todo bien hasta aquí. Sin embargo, a la mitad de nuestra lectura, el poderoso Midas, cuando iba a disfrutar de las cosas sencillas de la vida y quiso calmar su hambre comiéndose una fruta, al tocarla, esta se convirtió en oro sólido… ahí fue cuando la vida le supo a cacho… su gran suerte se convirtió en su gran perdición… debió ser por eso que, mientras leía la tragedia de este ambicioso rey, el pan francés que me estaba comiendo me supo a gloria…
Y es que, con tanto poder es normal corromperse, y más aún si se lo dan a los humanitos. Por eso es que la energía del benéfico mayor, como se le conoce en astrología, es fundamental para el éxito y el goce de la vida, pero mal manejada puede traer más penas que gloria y convertirnos en tiranos, extravagantes, orgullosos e irreflexivos, como en ocasiones le pasaba al gran Júpiter.
Igual, no hay que ser Midas para darnos cuenta que lo bueno no siempre es bueno y lo malo no lo es siempre. Por eso, cuando conocemos nuestra carta natal y comenzamos a darnos cuenta que lo material dura lo que dura este “saco de huesos”, es cuando Júpiter realmente aparece para cumplir su máxima misión: ser ese guía en nuestro mapa para identificar donde podemos sacar provecho de nuestra riqueza y generosidad espiritual (sin desdeñar el disfrute de lo material), para acercarnos cada vez más a nuestra esencia divina y compartirla con los demás.
Porque en ocasiones, así le hayan metido en la cabeza que el éxito y la fortuna se mide por el nuevo ascenso que se merecía hace años, por ese gran apartamento en el que vive y que le está sacando canas de pensar como lo paga, por el restaurante en el que come o por donde se va de vacaciones, la concepción de “medir” deja de existir al encontrarlo en el goce y en la riqueza de las pequeñas cosas de la vida… en el sabor de un pan viejo, o en leerle un cuento al hijo… así desde la primera palabra se haya quedado dormido.