Nota para el lector: cada artículo de este blog es para compartir el encantador mundo de la astrología y para mostrar, que leerse la carta astral o carta natal, es la mejor herramienta de autoconocimiento para volverse el protagonista de su vida. Hoy estamos con Plutón.
Recuerdo la generosidad de mi abuela. Sobre todo a la hora de servirnos esos desbordantes platos de acelgas, espinacas hervidas, o lentejas. Porque cuando era algo más suculento, más fino, diga usted unos buenos camarones o algún chocolate suizo, a lo sumo uno para cada uno… Ahí fue cuando realmente entendí el dicho que ella tanto decía, ese del “mejor perfume viene en envase pequeño. Bueno, por eso y porque ella siempre olía a crema Hinds, dada su reticencia a echarse de ese caro elixir que solo usaba en ocasiones en extremo especiales.
Esta es tal vez la mejor explicación para referirnos a Plutón, ese mismo que hace algunos años degradaron a planeta enano, por ser para algunos estándares astronómicos, irrelevante. Pero lo que pocos saben es que el más pequeño de los planetas de nuestro sistema, en astrología es el gran señor de la muerte y de los infiernos. Por eso, su gran poder, como el perfume de mi abuela, el universo lo usa en contadas ocasiones y en dosis bien pequeñas.
Su nombre proviene de la palabra griega PLOUTÓN que significaba riqueza, de donde salió finalmente el Plutón de los romanos. Conocido también como Hades por los griegos, era el hermano de Júpiter. Este último, después de adjudicarse el título de dios supremo y regente del cielo al vencer a los titanes, le dejó a Neptuno el reinado del mar y a su hermano mayor, Plutón, condenado a reinar el inframundo, ese mundo ultraterreno, lejano, invisible. Ese “más allá” donde iban a parar las almas de los muertos y sin pasaje de regreso.
Seguramente quedó herido, resentido, celoso con sus hermanos. Quién no lo estaría si fuera degradado a vivir en la oscuridad, a regir lo que está oculto, lo que yace por debajo de la “tierra”, para hacer el trabajo “sucio” y ser odiado y temido por los humanos. Pero también quedó poderoso. Quién no se sentiría así al tener la potestad de decidir sobre lo invisible, tal cual son las pobres almas de los mortales.
Pero como el dios Plutón, esta energía tiene la necesidad en ocasiones de darse un paseo por la superficie y cuando sucede, lo hace dejando huella y transformándolo todo para siempre. Para hablar de energía en la práctica, vale la pena traer a sus pantallas lo que sucede hoy en el mundo. Actualmente, Plutón se encuentra transitando por el signo de Capricornio, el signo zodiacal que representa las normas, las estructuras sociales. No sé si usted, querido lector, sea consciente que desde hace ya un buen par de años, los gobiernos están cayendo, las religiones desmoronándose, el concepto de familia yéndose al traste, el sistema laboral replanteándose y la economía mundial deshaciéndose a pedazos… lo más podrido de lo podrido revelándose, saliendo a la superficie, una de las acciones de Plutón… en pocas palabras el orden establecido se está transformando, porque ahí donde se encuentra Plutón, así no se quiera, tarde o temprano llega la transformación, la degeneración y la posterior regeneración… el devenir eterno del universo muerte-nacimiento-muerte… arrasar con todo y desechar lo que no sirve, para comenzar de nuevo.
Y al igual que pasa con nuestra sociedad, donde toca dar muerte a lo viejo para darle cabida a lo nuevo, pasa en la carta natal. Es tal su poder que, aunque sea difícil de entender, está incluso relacionado con la muerte física de las personas… pero también con su muerte metafórica, esas grandes transformaciones personales que vienen después de alguna gran crisis que llega a nuestra vida para cambiarlo todo, pero que, como el ave fénix, nos invita a resurgir de las cenizas mucho más fuertes que antes. Por eso se asocia con el renacer espiritual, con el abandono de las formas y de la materia, para fijar las miras en algo “más allá”.
Créanlo o no. A mí ya me pasó. Su tránsito por mi carta coincidió con la ruptura de mi matrimonio, con la pérdida de mi trabajo. Me di cuenta un par de meses después de repasar mi carta natal. Un momento de incertidumbre. De inestabilidad. De pánico escénico. Y gracias a dios. A veces necesitamos de esas pequeñas grandes crisis para aceptar que no vamos por el camino correcto, pero que la vida por medio de la crueldad de Plutón nos induce a la “muerte”, pero solo para renacer, para aprender y para enfrentar la vida como solo él sabe hacerlo: con el poder de saber que lo único que estable en la vida es el cambio.